Entre los berruecos
del valle nevado,
en tropel sonoro
pasan los guanacos,
con la grupa llena
de copitos blancos.
Ágiles los remos
nerviosos; y el largo
pescuezo
estirado.
El hambre y la nieve
los trae hasta el llano,
con sus negros ojos
tristes, dilatados
y húmedos de espanto.
En tropel sonoro
pasan los guanacos.